viernes, 14 de diciembre de 2007

Resultados del
Premio Nacional de Novela y Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2007 convocado por el Instituto Guerrerense de Cultura, y entregado durante la inauguración de la XX Semana Altamiranista, en Tixtla, Guerrero, el 9 de diciembre de 2007.

Ganador en poesía: Eduardo Parra Ramírez, con la obra Refractario

Ganador en novela: Andrés Acosta, con la obra Lengua de hierro



jueves, 6 de diciembre de 2007

Rosario Caicedo, Alberto Fuguet, Andrés Acosta, Pilar Quintana y Sandro Romero

Pilar Quintana, Pilar Caicedo, un par de Andreses, Alberto Fuguet y Victoria Caicedo

Unos cuantos buenos amigos

La FIL Guadalajara fue el encuentro con viejos y nuevos amigos colombianos, siempre tan queridos: Pilar, Rosario y Victoria (las hermanas Caicedo, junto con toda la familia Caicedo), María Elvira Bonilla, Sandro Romero (matón de novela), Pilar Quintana (parte del grupo Bogotá 39, autora de Coleccionistas de polvos raros), Alberto Fuguet (colombiano por adopción, cinépata de corazón, hermano de Andrés Caicedo); también Lorenza Estandía (editora en México de Andrés) y, por supuesto: Olga, ex paisana (sólo en cuestión de papeleo, porque la pertenencia no se pierde nunca, bien lo sabemos) de Fuguet.
Tarda uno (tardo yo, como siempre) mucho tiempo en digerir los encuentros. Hubo café colombiano (de lo mejor), música (¡Que viva la música!), buena comida mexicana (con todo y frijoles refritos en manteca), una amable hospitalidad de las hermanas Caicedo, insuperables anfitrionas, no de una visita a su tierra, sino de la dimensión caicediana: cordialidad, vitalidad, buen gusto, buena charla sobre libros, películas y comida.

Por ahí se extrañó al magnífico Carberto, papá de Andrés. Se extrañó también al gran Hugo Chaparro, quien presentaba su novela y, debido a su tremenda convocatoria, llenó la sala y fue imposible entrar a verlo. Hugo Chaparro es un fantasma amistoso que anda por ahí (altísimo y jorobado, pero de gran corazón).
Por ahí andaban Javier Narváez, robando almas con su cámara y Andrés Ramírez al pie del cañón en su stand editorial. Y claro, mi otro tocayo: Andrés Caicedo, comprando dividís y libros a manos llenas, tecleando en su laptop. Yo lo vi, les juro que lo vi...